Y [a Jesús] le era necesario pasar por Samaria.
—Juan 4:4
En 1992, el huracán Andrés dañó terriblemente la casa de Norena en el sur de Florida, en los Estados Unidos. Entonces, le pagaron un seguro y comenzaron la tarea de reparación. Sin embargo, cuando se terminó el dinero, los constructores se fueron y dejaron una casa incompleta y sin electricidad. Durante 15 años, Norena se las arregló con una pequeña refrigeradora y unas pocas lámparas conectadas con extensiones de cables.
Lo sorprendente era que los vecinos parecían no darse cuenta del problema. Al tiempo, el alcalde se enteró y decidió tomar cartas en el asunto: contactó un electricista que, a las pocas horas, le devolvió la electricidad a la casa.
Cuando Jesús se encontró con la mujer samaritana junto al pozo (Juan 4), intervino en la vida de ella y le habló sobre su necesidad de recibir poder espiritual. Estableció con ella un lazo en común (el agua, v. 7) y le despertó el interés y la curiosidad espiritual (vv. 9-14). Fue bondadoso y sensible al confrontarla con su pecado (vv. 16-19) y mantuvo la conversación enfocada en un tema importante (vv. 21-24). Después, la confrontó directamente con la verdad de que Él era el Mesías (v. 26). Como resultado, ella y muchos otros samaritanos creyeron en Jesús (vv. 39-42).
Tomemos cartas en las vidas de otros y hablémosles de Jesús. Él es la única fuente de poder espiritual y el que satisface nuestros anhelos más profundos.
Una fe que vale la pena tener, también vale la pena compartirla.
Fuente: LocosXCristo
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