En esos días estuve pensando en cómo la reputación se puede construir, destruir y volver a levantar en un momento. En cambio el carácter es una obra de arte que lleva su tiempo.
Si tomamos cuidado de nuestro carácter, este se va a encargar de nuestra reputación. El carácter tiene que ver con el corazón, las intenciones y las motivaciones. La reputación tiene que ver más con las opiniones de otros. Si nuestro corazón es limpio, aunque a veces hagamos cosas erróneas la limpieza del corazón no va a tardar en salir a la luz. Pero si nuestro corazón está sucio, aunque hagamos las cosas correctas durante un tiempo, no va a tardar en mostrarse.
Si uno tiene sanas motivaciones tiene margen para equivocarse, pero si nuestras motivaciones son malas cualquier error puede lastimarnos y lastimar a otros seriamente. Una y otra vez tenemos que llevar nuestras motivaciones, por malas que sean, al Señor y pedirle que las cambie y limpie nuestro corazón. De eso se trata la confesión.
La confesión es una rápida avenida para cuidar nuestro carácter y echar afuera el engaño. Si dejamos a Dios moldear nuestro carácter, él se va a ocupar de nuestra reputación. Proverbios 4:23 dice: Por sobre todas las cosas cuida tu corazón porque de él mana la vida.
Autor: Lucas Leys
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