Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. —Efesios 6:13
Durante decenas de años, cada vez que hacía un viaje largo llevaba un botiquín de emergencia, pero nunca tuve que usarlo. Se convirtió en un elemento tan habitual que, la noche que realmente lo necesité, no podía recordar dónde estaba. Felizmente, mi esposa sí se acordaba.
Después de atropellar un ciervo en una oscura carretera rural, nuestro vehículo quedó completamente inutilizado. Mientras trataba de iluminar con una pequeña linterna, y tanteaba para evaluar el daño y llamar una grúa, mi esposa abrió el botiquín de emergencia, armó las balizas reflectoras y luego, para sorpresa mía, encendió la brillante linterna. Tiempo después, hablábamos de cómo las crisis pueden hacernos olvidar de los recursos que tenemos, justo cuando más los necesitamos.
Pablo instó a los efesios a ponerse «toda la armadura de Dios, para que [pudieran] estar firmes contra las asechanzas del diablo» (Efesios 6:11). Esta cubierta de protección incluye la verdad, la justicia, el apresto, la fe, la salvación y la oración (vv. 14-18). Aunque estos recursos espirituales nos resguardan todos los días, debemos recordarlos cuando sobrevienen los problemas y el enemigo trata de socavar nuestra confianza en el amor y el cuidado de Dios.
Utiliza el botiquín. «… tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes» (v. 13).
Dios provee la armadura, pero nosotros debemos usarla.
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