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domingo, 27 de junio de 2010

Apologética (Defendiendo la Fe) - ¿Nos hemos inventado a Dios?

Hay personas que aseguran que el hombre necesita creer en un ser superior y que por eso lo crea y lo proyecta fuera de sí mismo. Pero, ¿Y si le damos la vuelta a ese pensamiento? ¿Y si Dios ha creado al hombre fuera de sí mismo y por eso el hombre necesita creer en Él?


Tengo amigos que me dicen que Dios no es más que la invención del hombre, que el ser humano tiene miedo de estar sólo en el universo y que nos hemos inventado un ser superior con muchas formas diferentes.


La verdad es que es un pensamiento que tiene sentido, pero que no invalida el planteamiento que afirma que, debido a que Dios nos ha creado, el hombre desde siempre ha sentido la necesidad de conocer a su Creador y que sin Él no está completo. Nunca. Los profetas del Antiguo Testamento (la Biblia de los hebreos) criticaban duramente a los pueblos que creaban sus propios ídolos de madera y metal, aquellos entes materiales que no podían escuchar, ni responder, ni nada de nada.


También el Génesis (primer libro de la Biblia) se atreve a ser el primer escrito de la historia que convierte al sol, las estrellas, la luna, etc., en meros objetos creados por un único Dios quitándoles todo rastro de divinidad, pues la gente de entonces les atribuía personalidad y los adoraban. Eran dioses que, en el fondo, reflejaban la forma de ser del hombre. Se les podía manipular a través de sacrificios que se realizaban de forma cíclica. Cada año se les ofrecía el mismo ritual sangriento para conseguir buenas cosechas, para apaciguar su ira y que éstos les fueran propicios en general. Luego encontramos a los dioses griegos, esos de cuyas vidas parecen sacadas de un culebrón de sobremesa.


Pero también vemos como en una zarza ardiente aparece Yo Soy (Yavé o Jehová), que es el nombre que le da Dios a Moisés cuando éste le pregunta cómo ha de llamarle. Lo escandaloso de este ser supremo es que de repente se manifiesta un Dios preocupado por lo cotidiano de las personas y que antepone lo que hay en el corazón del ser humano antes que los sacrificios o ritos, pues estos actos hechos sin un corazón limpio le parecen a Yavé una aberración.


Parece ser que éste es un Dios diferente, alguien al que no se puede manipular y que no responde a las bajas pasiones y egoísmos del hombre. La irrupción que realiza este Dios en la humanidad es una verdadera revolución: un Dios que, para empezar, es invisible, y al que no se le puede representar, pues está separado de la creación al mismo tiempo que, paradójicamente, entra en contacto con ella y, de forma muy especial, con el ser humano... contigo y conmigo.


Entre tanto, llega Jesucristo, quien afirma de sí mismo no ser la creación de nadie sino el creador de todo lo existente, afirmando que quienes le conocen a Él conocen a Dios, con lo que se puede decir, y sobre todo experimentar, que la idea de que Dios es invención humana no es válida para quien ha aceptado a este Jesús como perdonador y realidad para su vida cotidiana. Y no porque éstos sean unos elegidos o iluminados, sino porque han decidido dar un paso enorme de valentía, de confianza y de fe en lo que no pueden ver pero que se muestra como realidad trasformadora a través de los evangelios y de su propio espíritu. Quien conoce al Jesús de amor comienza a desechar aquella pregunta de "¿es posible inventarse su persona?", pues lo que se ha descubierto se muestra como único, como más auténtico que lo más real.


Es el milagro producido por la fe, pues no es el milagro lo que produce la fe, sino la fe lo que produce el milagro.


BENDICIONES





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