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miércoles, 16 de junio de 2010

Apologética (Defendiendo la Fe) - El Canon Bíblico

Pastor, leyendo una obra de Dan Brown, leí que había otros Evangelios perdidos que no están en el Nuevo Testamento. Cuál fue el método usado para escoger cuáles libros estarían en lo que hoy conocemos como el Nuevo Testamento?
Gracias por su pregunta, estimado hermano.

1. No es cierto que había "evangélios" adicionales a Lucas, Mateo, Marcos y Juan, existentes en los primeros cien años de la iglesia. Lo que sí es cierto es que varios de cientos de años después, sí aparecieron libros que alegaban haber sido escritos por "apóstoles" del Señor, así como el famoso Evangelio de Tomás, usado por el Sr. Brown para su novela ficticia. Pero estos libros, aunque agregan luz en algunas áreas, no son respetados por ningún estudioso serio.

2. No es cierto que estos evangelios estuvieran perdidos. Siempre se ha conocido su existencia y su contenido ya que aparecieron como parte de la Literatura Apócrifa a partir de unos ciento cincuenta años después de Jesús. Es que hoy, en la época racionalista en que vivimos, los enemigos de Dios, de su Mesías y de Su Pueblo, como lo es el Sr. Brown, han revivido estos mitos, para confundir a una generación que sabe más sobre iPods, la vida privada de Angelina Jolie y marcas de perfumes famosos, que sobre su Creador.

Y ahora, su pregunta principal:

¿Cuál fue el método usado para escoger cuáles libros estarían en lo que hoy conocemos como el Nuevo Testamento.

1. Para un libro (o una carta) ser considerada elegible para ser incluida en el Canon de la Escritura, se requería que el libro fuera escrito por un Apóstol o un asociado de uno de los apóstoles de Jesús. A este primer principio se le conoce como Apostolicidad.

Si un libro fue escrito por, digamos Mateo, uno de los apóstoles, o Marcos, un asociado del Apóstol Pedro, el libro podría agregarse al Canon, ya que en el primero de los casos, el relato venía de alguien que vivió acerca de lo que escribía, y en el segundo de los casos, se trataba de alguien a quien el que vivió la experiencia, o se lo contó o se lo dictó.

De acuerdo con 1 Corintios 9:1, aquellas personas que tuvieron contacto cercano con Jesús después de resucitado, también son Apóstoles, así como Pablo lo deja saber.

El problema con estos supuestos "evangelios" alternativos, es que se escribieron después de más de un siglo de que esta regla pudiera implementarse. En otras palabras, si usted, por más bien intencionado que estuviera, escribía un evangelio cientos de años después de los evangelios que escribieron los que estuvieron ahí, los que vivieron los eventos con los que todos estamos familiarizados, o personas que vivieron con los protagonistas de estos eventos, su esfuerzo literario no calificaba para estar en el Canon. Entre los casos más prominentes tenemos el caso del Evangelio de Tomás y el Evangelio de Pedro.

El último de los Apóstoles en morir fue Juan, quien murió alrededor del año cien después de Cristo. ¿Cómo pudieron Pedro y Tomás haber escrito evangelios después de sus respectivas muertes? ¡Estos libros en definitiva, no son apostólicos!

Otra norma que debía cumplir todo escrito para ser parte del Canon consistía en comprobar que su contenido era consistente con otras escrituras cuya autenticidad estaba comprobada.

Al principio, el libro de Santiago encontró mucha resistencia en ser aceptado por la Iglesia porque en algunos puntos doctrinales, no parecía estar de acuerdo con el Evangelio de la Gracia enseñado por Pablo en libros como Romanos y Gálatas. Los libros de Pablo nunca estuvieron en discusión, así que los que sí levantaban algunas dudas, tenían que estar de acuerdo con los que ya habían sido aceptados como inspirados por los creyentes.

Y la última de las pruebas que debía pasar una literatura para ser aceptada en el Canon, era si había sido circulada y aceptada por varias iglesias. A este principio se le conoce como el principio de la Catolicidad (universalidad).

Si la gente que vivió con Jesús, los que presenciaron sus milagros, y los que escucharon las Buenas Nuevas directamente de parte de los Apóstoles y Pablo, habían aceptado escrituras como buenas y válidas, y consistentes con lo que ellos mismos sabían había sucedido históricamente, entonces no había duda alguna de que se trataba de una literatura fidedigna y como tal, merecedora de ser parte de lo que hoy conocemos como el Nuevo Testamento.

Los liberales hoy nos quieren engatusar y tratan de vendernos una mercancía podrida como buena. ¡No lo permita! Si Dios nos juzgará por el contenido de Su Libro, no es cierto que Él no estaría involucrado directamente en qué escrituras sobrevivirían y serían usadas por Su Pueblo para los asuntos concernientes a la salvación. Lo que hoy está en el Canon, ha sido porque así Dios lo ha querido; Esa es mi convicción.

PASTOR DAWLIN A. UREÑA
Fuente: AntesDelFin

BENDICIONES

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