¡Ay de ellos! porque se apartaron de Mí; destrucción vendrá sobre ellos, porque contra Mí se rebelaron; yo los redimí, y ellos hablaron mentiras contra Mí.
- Oseas 7:13
Aunque el pueblo de Israel es el mayor ejemplo que nosotros podemos tener para comparar nuestra relación con Dios, debemos notar que nosotros ciertamente somos muy afortunados, si, puesto que a Dios le fallamos en muchas ocasiones, cuando le pedimos perdón, Él con todo su amor nos dice que somos sus hijos y que gracias a la sangre derramada por Jesús esta dispuesto a perdonarnos.
En cierto modo comparativo lo mismo sucedía con el pueblo de Israel, ya que también Dios con amor los perdonaba, pero, antes de perdonarlos venia un castigo por su rebeldía, así es, tal como lo dice el profeta Oseas, venia destrucción por medio de pueblos más poderosos como castigo por su desobediencia.
En nuestro caso el castigo en si no proviene de nuestra desobediencia, no proviene de la ira de Dios, sino de las consecuencias de nuestros actos, sólo piensa, nuestro Padre celestial esta dispuesto a perdonarnos, pero como Él es Justo, tiene que dejarnos pasar por las consecuencias de nuestros actos para poder aprender, Él es un Padre amoroso y por lo tanto quiere que aprendamos la lección.
¡No temas de la ira de Dios si eres su hijo, teme a fallarle porque lo amas a Él!
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