Cuando pienso en todo lo que Dios me ha dado, no puedo evitar pensar en las bendiciones en común que todos los seres humanos tenemos, el sol para alumbrar el día, y la luna para dar luz por la noche, las estrellas que adornan el cielo, el agua que da vida y el aíre con el que nos mantenemos, entre otras muchas cosas sin las cuales no podríamos vivir.
Sin embargo hay una cosa más relevante que supera infinitamente a todo lo anterior, me refiero a la salvación que Dios nos proporcionó por medio de Jesucristo, y si me expreso de una manera personal me faltarán palabras para describir lo que él hizo por mí, se entregó asimismo por mis errores, por mi pecado. Jesús fue y es perfecto, estuvo en un cuerpo mortal, y aun así nunca transgredió la ley de Dios, se tenía que mantener limpio para poder sacrificarse, para que el plan divino fuera efectivo; Cristo tuvo que soportar la tentación en el desierto, el rechazo de su pueblo, y la agonía del Getsemaní, y por si fuese poco, con amor tomó esa cruz, y siendo primeramente humillado, terminó entregándose completamente por mí, derramando toda su sangre, venciendo sobre el pecado, y destruyendo así toda la obra del enemigo, el velo del templo se rasgó, y pude tener acceso al lugar santísimo, en donde está el Arca del pacto, y las tablas de la Ley, en aquel lugar en el cual se puede tener acceso a la misma presencia de Dios, por el sacrificio de Jesús puedo tener acceso directo a Dios mismo. Esa sin duda es la más grande bendición que yo jamás pude haber tenido.
De las criaturas creadas, somos los que tenemos la oportunidad de estar unidos con él en una relación personal, fundamentada en el amor, todo ello gracias al plan que Dios había establecido desde antes de la fundación del mundo, para salvar a la humanidad. ¡Cuán grande es su misericordia!, ¡Cuán grande es su amor!
El cargó los pecados de la humanidad en su espalda, la culpa y el error humano al decidir rechazar a Dios, eso sin duda fue lo más pesado que él pudo llevar, no me puedo imaginar si quiera un poco de lo que él padeció.
Yo le doy gracias a Dios porque me ha perdonado mucho, Jesús dijo que el amor hacía Dios estaba cimentado en que nosotros pudiésemos reconocer cuánto nos ha perdonado, ‘Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama. Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados.’ - Lucas 7:47-48
Ciertamente qué importante es examinar nuestro corazón y recordar la maldad y perversidad que había antes de conocer a Jesucristo, el cuál tomó nuestra vida, y nos dio la oportunidad de un nuevo nacimiento.
No es válido coquetear con el pecado, todo empieza con un pensamiento, que si lo permitimos se puede volver realidad. Por ello hay que ser obedientes a la voz del Espíritu Santo que nos dice con ternura, ‘…si hay virtud alguna en esto pensad’, pensad entonces hermanos míos, en su salvación, en su gracia, el perdón, la misericordia, su perfecta justicia, y claro, cómo no, su Eterno Amor.
GRACIAS MI JESUS POR AMARME PRIMERO..
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