Cuando Cristo
entra en una vida nada queda en el lugar que estaba. Jesús es impredecible y
majestuoso a la vez que humilde y tierno. Jesús es bueno pero me hace bien
recordar que nada está seguro de no ser cambiado cuando él aparece y eso es
también bueno. Seguir a Jesús es peligroso. Es arriesgado para la carne, difícil
para el egoísmo y se hace casi imposible cuando intentamos poner el yo primero.
Jesús fue y es obviamente bueno pero en muchas ocasiones Jesús fue incómodo y
me hace bien recordarlo cuando me estoy sintiendo demasiado seguro o demasiado
asustado porque quiere decir que es tiempo de volver a mirar al león de Judá.
Por: Lucas Leys
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